viernes, 26 de abril de 2013

Mi amistad con un gran hombre


Fue un acto políticamente incorrecto el que me hizo comenzar a indagar por él, estoy seguro que muchas y muchos aun lo recuerdan y no me quedan dudas de que el fujimontesinista Espichan aún más.  Esto me hizo comenzar a seguirlo en los pocos medios que no se prestaron al juego de la dictadura en donde era casi común verlo con algo que decir, siempre con algún abuso que denunciar, siempre luchando, siempre firme.  Ese es el Javier que me hizo decir “tengo que militar con él”. En medio de la lucha contra la dictadura, verlo en el Congreso, verlo en las calles, verlo en las plazas arengando y marchando era un real incentivo. Cuando fui enterándome de lo que ya había hecho durante los años de lucha que tenía, pues no me quedaron dudas.
Fue extraño para mí que no estuviese en  ninguna lista de candidatos al Congreso el año 2000, pero con la caída de la dictadura y las elecciones del año siguiente lo volvimos a tener. Ahí decidí que ya era hora.  Tuve varias conversaciones con gente allegada a él que ya hablaban entonces del Partido Democrático Descentralista (PDD).  Fue el 2002 en que por fin pude conocerlo, hablar con él, claro, solo atine a decirle que hacía ya algunos años que lo admiraba. Esos años desde el Congreso siempre fue la cabeza visible del partido pero creo que justamente su grado de responsabilidad en sus labores congresales hizo difícil verlo seguido como me hubiese gustado.
Cuando logramos la inscripción como partido, se decidió que Javier debería ser nuestro candidato presidencial, ya entonces éramos el Partido Socialista, y confiábamos en poder lograrlo. Fue una campaña intensa y casi sin recursos. No olvidare su discurso de cierre de campaña el 2006, estaba súper ronco pero igual puso toda la fuerza y entrega a la que siempre nos ha tenido acostumbrados y dio un hermoso discurso lleno de mensajes y propuestas a futuro,  a pesar de que sabíamos que la votación sería muy baja para nosotros. Después de las elecciones,  había mucho por hacer, yo sentía que teníamos que comenzar de cero, pero ahí estaba él, reconociendo errores cometidos y recalcando ya desde entonces que la única alternativa para que podamos ser gobierno era, la siguiente vez, sí ir unidos con los otros partidos de izquierda. Fue a partir de ese periodo en que comencé a tratarlo y conocerlo más
Entre las mucha cosas que aprendí y me di cuenta es que en los debates políticos partidarios, a pesar de lo que se cree, él no es el que tiene la última voz en las decisiones, posiblemente sí uno de los que mejores ideas tiene, pero siempre respetuoso cuando es minoría o sus ideas no eran las que las otras personas consideraban adecuadas en ese momento.
Creo que los mejores momentos empezaron no hace tanto en realidad, fue cuando decidimos aliarnos a Ollanta y al nacionalismo. Las y los más allegados le decíamos que tenía que ser nuestro candidato al Congreso pero se negaba a aceptarlo. Costo convencerlo pero las razones políticas eran muchas, además, cuando llevamos la propuesta a la asamblea de nuestro regional de Lima la votación, obviamente, fue unánime. Arrancamos la campaña con algunos problemas, dado que era evidente que la señora Nadine y mucha de su gente allegada no querían a Javier en la lista, y esto hacia que en algunos momentos se planteara el no candidatear. A pesar de todo lo hicimos. Semanas y semanas de reunión en reunión, volanteando, en conferencias, en las calles, en las universidades, en todas las Limas, teníamos un bonito equipo e íbamos a todos lados acompañándolo. Horas de horas de charlas entre actividad y actividad o coordinando justamente esas actividades nos hicieron dejar el ámbito político y llevar las cosas siempre al personal, muchas anécdotas que escuchar, muchas que contar. Eso sí, en su lado humano Javier siempre se daba un tiempo para lo que todas y todos nunca debemos dejar olvidado, la familia.  La mejor muestra de eso fue que un día alguien del equipo le dijo ‘Javier, el domingo nos esperan en Ate al medio día’, a lo que respondió automáticamente ‘imposible, por favor pídanle a los compañeros  que lo pasen para más tarde’, '¿por qué?', pregunta uno de los presentes, ‘Le prometí a mi nieta que almorzaría con ella’ respondió.
El día de las elecciones, al terminar el proceso,  estábamos en nuestro local, éramos cientos esperando a Javier ya sabíamos que lo teníamos nuevamente como congresista y queríamos celebrar con él. A su llegada todo era alegría, aplausos, canticos y vivas, cuando le toco hablar agradeciendo a sus votantes, a la militancia, a su esposa, a toda su familia y a todo el equipo de campaña, las lágrimas en sus ojos fueron contagiosas para casi todas y todos los asistentes. Lágrimas de alegría y emoción por supuesto, él lo dio todo, todas y todos lo  dimo todo y logramos que sea uno de los más votados. Esos momentos son inolvidables.
Iniciada su labor congresal, el trabajo político no fue dejado de lado, y su máxima apuesta, la unidad de la izquierda, tiene ya un primer fruto que llamamos Fuerza Ciudadana, siendo él uno de los fundadores y por supuesto unos de los incitadores (positivamente hablando).
El tiempo sigue pasando y ahora que volveré a ser padre, me pareció que algo más tenía que hacer por él, por un hombre que tanto lucho por las y los demás, una persona que se dio integro cuando y para quienes más lo necesitaron. Después de consultar con mi esposa y con mi hijo mayor, lo decidimos, le mostraríamos nuestro  reconocimiento poniéndole Javier  como nombre a ese niño.
Hace pocos días volví a hablar con él, obvio que recalcarle lo que siento por él no estuvo de más, y por supuesto que aproveche la ocasión para decirle como se llamara mi hijo, pero definitivamente lo que más grata impresión me dio fue escucharlo decir que yo, junto a un pequeño  grupo, era una de las personas que consideraba más cercana, que consideraba que había sido una persona que no me había acercado a él por ningún interés y que consideraba que mi lealtad a él y a los principios que compartíamos había hecho que me considere dentro de su círculo de amigos más cercanos. Como no sentirme orgulloso de que alguien de la calidad moral y ética de Javier me diga eso, como no comprometerme a seguir junto a él en la lucha por un Perú para todos y todas.
Para terminar, en este momento solo seguir mandándole fuerza,  como lo hace mucha gente, como lo hace su gran esposa que esta todo el tiempo a su lado, sus hijos y su hija mi querida amiga, y desearle no al congresista, no al dirigente, desearle a mi gran amigo que salga airoso de esta batalla.