El grupo auto denominado “Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia” (FARC), fue fundado a mediados del año 1964. Tenía como base militantes de antiguos grupos
guerrilleros en territorios que ellos llamaban “liberados”. Formalmente, pasó a
llamarse FARC a partir de 1966 y se reivindicaron como brazo armado del Partido
Comunista. Aunque a lo largo de los años ha sido considerado un grupo
guerrillero por muchos, gran parte de
sus acciones han hecho que sean considerados como un grupo terrorista por varios países, gobiernos y por gran parte de
la opinión pública.
A lo largo de su historia,
las FARC y el gobierno Colombiano han entablado varias negociaciones para
hallar una salida pacífica a la guerra interna que sufre este país durante tantos años y, aun cuando hay “frentes” de las FARC que han dejado las
armas, nunca se ha llegado a una solución total.
Cuando en Colombia ganó la
presidencia Juan Manuel Santos, muchas personas veían en él al “delfín” de
Alvaro Uribe, ex presidente fuertemente relacionado a los grupos paramilitares
colombianos y opositor tajante a las
negociaciones con las FARC. Por eso causó grata sorpresa cuando en setiembre del 2012 se
anunció que se estaban entablando serias negociaciones con las FARC para llegar
a un acuerdo de paz. Estas negociaciones habían comenzado secretamente meses
antes del anuncio público e iban, por lo anunciado, en buen cambio, tanto así que en mayo se
firma el primer acuerdo sobre la cuestión agraria que tenía como puntos el
desarrollo económico y social de las áreas rurales y la entrega de tierras a
las personas que viven en ellas. Hace tres días (miércoles 06 de noviembre del
2013) se dio a conocer el segundo acuerdo tomado entre las FARC y el gobierno
Colombiano, acuerdo sobre la participación política de la guerrilla y
movimientos sociales. Este acuerdo incluye garantías para la oposición
política, nuevas medidas para impulsar la participación ciudadana y la promesa
de que se modificará el sistema electoral colombiano.
Lo más importante de este
último punto de acuerdo es que permitiría que al dejar las armas todas las
personas que han pertenecido a las FARC puedan reintegrarse al sistema legal
colombiano, incluso participando electoralmente, constituyendo partidos
políticos. Este ha sido uno de los puntos quizá más controversiales para la
opinión pública, pero a su vez uno de los principales para los miembros de las
FARC. La firma de este punto permitirá que se vuelva a repetir lo de la Unión
Patriótica, partido político firmado por personas que dejaron las armas, pero
con las garantías de que no ocurra la masacre a la que fueron sometidos 5000 de
sus militantes por parte de los paramilitares de derecha.
Toca ahora hacerle entender
al pueblo colombiano la importancia de los acuerdos y de que llegue la paz a su
país. Toca también dejar de lado posiciones como la de Álvaro Uribe quien
intenta, con el apoyo de algunos medios de comunicación, impedir la firma de
los acuerdos con las FARC. Por último, hay que hacerle sentir a Juan Manuel
Santos que a pesar de las diferencias políticas que se pueden tener con él, va
por buen camino en la tarea por la búsqueda la paz en Colombia, paz que no han
podido vivir por casi 50 años.
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